El
pasado jueves, 21 de junio, se celebró en la Fundación SIP la presentación del
libro de Mònica Bernabé, Afganistán, Crónica de una ficción. Por
primera vez, Mònica recurre al relato personal porque así pudo entender muchos aspectos
de la sociedad y realidad afganas. Compartiéndolas, espera acercar Afganistán a
los lectores. También pretende mostrar los inconvenientes de ser mujer en ese
país (sin olvidar sus ventajas). En su libro, Mònica explica las dificultades que
se le han presentado al vivir en Afganistán, muchas de ellas impuestas por el
Ministerio de Defensa español cuando intentaba informar sobre ciertas noticias o
tener acceso a las bases españolas. Culpa a la parte política de esta opacidad
informativa sobre la labor de las tropas españolas en Afganistán, pero no a la
parte militar. Por último, desea desmitificar la figura del corresponsal de
guerra, término idealizado a su parecer.
La autora
nos contó que la historia del Afganistán actual se remonta a la guerra contra
la URSS en 1980. Durante esta guerra, EEUU apoyó a los grupos muyahidines, facciones
fundamentalistas islamistas. Cuando la URSS se retiró, estas facciones lucharon
entre ellas por conseguir el control del país hasta que éste, en constante
guerra abierta, quedó arrasado. En 1994, llegaron los talibanes, huérfanos de
la guerra contra la URSS que se habían formado en escuelas fundamentalistas
islámicas en Pakistán. Según narra la autora, apareciendo como los salvadores, se
hicieron con el poder en el país, después de una guerra civil. Si bien es
cierto que había represión, al menos la población no sufría una guerra abierta
y constante. Las facciones muyahidines se aliaron (Alianza del Norte) y se
replegaron en el norte de Afganistán. Después del 11S, EEUU volvió a recurrir a
estas facciones para hace caer el régimen talibán (mientras EEU lanzaba un
ataque aéreo, los muyahidines avanzaban por tierra). Finalmente, en la
conferencia de Bonn auspiciada por las Naciones Unidas se aceptó que los
muyahidines tomaran el control de las principales carteras de gobierno. De ahí
el gran problema de Afganistán: “estar
controlado por unos criminales de guerra, con el apoyo de la ONU, que propician
la corrupción generalizada del gobierno afgano y de todos los estamentos de
poder”.
Las
tropas españolas, explicaba Mònica, están en la base de Qala-e-Now, que podría
considerarse un pueblo pequeño pero que ostenta la capital de la provincia de
Badghis. Es una de las ciudades que menos le atrae puesto que entre otras
peculiaridades, solo hay electricidad cuatro horas al día; agua a días
alternos; y no existe prácticamente un lugar donde alojarse o donde comer si
eres mujer. Como ella afirma, “si no fuera
porque las tropas españolas están ahí, ni me plantearía ir”. Mònica afirma
que el problema es que el Ministerio de Defensa español, encabezado por Carme
Chacón y su director de comunicación, decidieron impedirle la entrada a la base
española o el contacto con los militares. Curioso es, sin lugar a dudas, que Bernabé
esté acreditada como periodista internacional y que pueda acceder a cualquier
base militar de cualquier país, excepto a las del suyo propio.
La
situación, sin embargo, entraña muchas más dificultades que la simple
prohibición por parte del Ministerio de Defensa puesto que, como dice Mònica,
tiene que aprender a jugar entre dos aguas. Las tropas españolas tienen una
gran fuerza en la región junto con el gobernador. Éste, que se comporta como un
señor feudal, no quiere tener problemas con las tropas españolas. Por lo tanto,
Mònica tiene que evitar “plantar cara” a las prohibiciones españolas para poder
entrar en la ciudad de Qala-e-Now y no obtener una restricción informativa
también del gobernador de la región de Badghis.
Bernabé
empezó a escribir el libro mucho antes de que el PSOE perdiera las elecciones,
puesto que quería demostrar la censura democrática que existe sobre la labor de
las tropas españolas en Afganistán y la falta de información. Como ella dice “lo hago por respeto a la democracia y a
aquellos que se están jugando la vida en Afganistán. Es un derecho que la
opinión pública sepa qué está pasando, lejos de estar o no de acuerdo con la
misión”.