El pasado viernes, 13 de abril se celebró la cuarta
conferencia de la
Fundación SIP enmarcada en el seminario interdisciplinar
anual dedicado a las movilizaciones árabes, “El Mundo Árabe en la Encrucijada”. En esta
edición participaron Gema Martín Muñoz, profesora de sociología del mundo
árabe UAM y exdirectora general de la Casa Árabe e IEAM, y Carmen Ruiz Bravo,
catedrática de literatura y pensamiento árabe modernos UAM. Ambas dedicaron sus
ponencias a analizar las sociedades árabes y las dinámicas culturales del mundo
árabe.
Gema Martín Muñoz, por su parte, defendió que no se
había conocido una dinámica de cambio tan profundo, desde la misma fractura del
orden colonial. Sin embargo, Gema afirma que las sociedades árabes llevaban
explotando desde 2006–2008 por causas socioeconómicas, que luego se ha ido
apoderando de la ciudadanía y, más recientemente, de la esfera política. Los
regímenes que se implantaron en los países árabes después de conseguir la
independencia, han permanecido fijos e inamovibles, sin capacidad de reformarse
o cambiar y de aceptar la innovación en el pensamiento islámico. Sin embargo,
las sociedades si que han evolucionado y han generado aspiraciones radicalmente
opuestas a lo que intuían los regímenes. La conclusión es una disrupción en la
relación pueblo-élite política.
Este proceso de transformación que ha sufrido la sociedad
árabe y musulmana ha sido propiciado por una serie de factores que vienen
insertos en un proceso de modernización y por consecuencias de las políticas
nacionales y factores socioeconómicos. El primer factor es el enorme proceso de
urbanización influenciado por la creación del Estado-nación post colonial, que
se caracteriza por una ultra-centralización basada en el nacionalismo, el
desarrollismo y la industrialización. La población se concentra, pues, en las
capitales que son incapaces de absorber en el mundo laboral a tanta población,
lo que provoca frustración y sedentarización. El segundo factor tiene que
ver con la apertura de la educación universitaria, gratuita y obligatoria a la
sociedad en general. Anteriormente, la mayor parte de la población era
analfabeta. En cambio, ahora las mujeres que acceden a la universidad hacen que
cambie el modelo familiar predeterminado y con ello propician el
individualismo. El tercer factor tiene que ver con la demografía. Después de
conseguir la independencia, no existían políticas de control de la natalidad,
lo que ha desembocado en unas cotas de crecimiento demográfico muy altas: el
60% de la población árabe es menor de 25 años. Por eso, se piensa que es la
revolución de los jóvenes que son la inmensa mayoría. Aunque ello no quiere
decir que no se hayan movilizado los adultos también en mayoría.
Carmen Ruiz Bravo decidió comenzar su ponencia explicando de
manera concisa cuáles eran las características de la cultura árabe/islámica. La
cultura árabe se caracteriza por las aspiraciones y utopías que reinan en la
mente de la población; por las realizaciones del pasado que están hoy
deterioradas; por querer reconocer el principio del bien común como principio
supremo y arbitrar así un sistema de derecho; por querer crear un sistema de impuestos
equilibrado; por querer otorgar mayor protagonismo a la sociedad que a la
autoridad; por su afán en conservar el patrimonio árabe, la lengua y sus
dialectos; por apoyar el Islam como religión (potenciando la hospitalidad y
manteniendo un diálogo con otras religiones y beneficiándose de los hallazgos
científicos y sociales); y por un cuidado del medio ambiente (saber repartir el
agua y aprovechar los recursos propios en la arquitectura).
Gracias a esta explicación inicial, podemos entender las
diferentes dinámicas de las sociedades árabes. Según Carmen Ruiz Bravo, existen
dos dinámicas: la dinámica cultural y la de participación social. La dinámica
cultural gira en torno al esfuerzo por estructurar una variante de cultura
árabe/islámica que repose en la experiencia pasada pero que esté adaptada a la
modernidad. En base a esto se está forjando una nueva identidad árabe basada en
las tradiciones, pero también en la innovación. Sin embargo, dentro de estas
dinámicas existen contradicciones, puesto que aunque el árabe siempre ha tenido
como tradición la innovación, también ha acallado sistemáticamente a los
innovadores hasta sus últimas consecuencias.
“La sociedad árabe tiene como principal reto considerar qué
relación mantienen con el pasado, si dependencia o seguidismo.”
La dinámica de participación cultural se apoya en el reclamo
de participación de la comunidad en la vida pública (entendido como sociedad,
no como comunidad religiosa). De hecho, existe ya cierta participación en
determinados círculos sociales que llevan hacia la democracia, como por
ejemplo, que las mujeres puedan acceder a la educación universitaria y que
tengan más poder de expresión y de decisión.
Hasta ahora, los regímenes dictatoriales dificultaban el
desarrollo de la cultura árabe porque coartaban la libertad de expresión de los
creadores e innovadores. Hoy, gracias a las movilizaciones sociales, se puede
empezar a crear una identidad árabe, libre e innovadora recuperando la
intercomunicación entre los pueblos y la internacionalización de su sociedad.
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