miércoles, 23 de mayo de 2012

El Despertar Árabe Visto Hoy (parte 2)




El pasado viernes 4 de mayo se celebró la última conferencia sobre las revoluciones árabes. El tema clave fue el análisis del despertar árabe del 2011 visto un año después. Para ello, contamos con la presencia de Haizam Amirah Fernández, investigador principal  del mundo árabe del Real Instituto Elcano, y María Antonia Martínez-Núñez, profesora  y directora del Departamento de Filología Griega, Estudios Árabes, Lingüística General y Documentación de la Universidad de Málaga. 
 
En esta segunda entrega, se resumirá la intervención de María Antonia Martínez-Núñez, que asegura que a pesar del valor innegable que se le debe conceder a las redes sociales, su papel es relativo, puesto que ninguna convocatoria tiene éxito si no existe una situación de fondo que le dé un sentido profundo. Su intervención del viernes día 4 constó de tres puntos esenciales: el yihadismo, los partidos políticos de inspiración islámica de corte moderado y el optimismo.

En primer lugar, el yihadismo sufre hoy en día un grave problema de legitimidad que afecta a los grupos violentos activos, entre ellos Al Qaeda, quizá el principal referente. Después de estas revoluciones, el yihadismo tiene un grave problema de comunicación. En primer lugar, su principal razón para legitimar el uso de la violencia y el terrorismo es el derrocamiento de los regímenes colaboracionistas con Occidente. Sin embargo, unas protestas pacíficas han conseguido acercarse más a los objetivos yihadistas a través de manifestaciones pacíficas que todo el terrorismo y la violencia sufridos desde el principio del nuevo milenio. Las sociedades árabes, en realidad, nunca han sido partidarias del terrorismo de Al Qaeda. Un terrorismo del que ellos, además, eran las primeras víctimas como es el caso en países del Magreb y Sahel y del Iraq post-Sadam. Por lo tanto, Al Qaeda, entre otros,  no solo se encuentra con un grave problema de legitimidad de sus objetivos y medios, sino que las sociedades árabes se han dado cuenta de la manipulación del Islam por parte de estos grupos violentos.  
Pese a las opiniones de la prensa internacional, en muchos casos, sensacionalistas y exageradas, este tipo de islamismo radical es bastante minoritario y sus acciones violentas han sido condenadas por la sociedad en general y por la totalidad de los partidos y asociaciones de inspiración islámica de corte moderado. 

En segundo lugar, estamos entrando en un post-islamismo. Esta es una etapa de normalización de participación política. Parece ser que ahora el islamismo político es el principal ganador de los comicios electorales, aunque aún queda mucho por ver. Según los resultados de las elecciones que se han celebrado en Túnez, Egipto o Marruecos, el islam político parece haber conseguido la mayor participación. En principio, estas victorias se deben a dos razones lógicas: en primer lugar, es el apoyo popular mayoritario de los partidos de corte islamista y asociaciones; en segundo lugar, estos partidos políticos están mejor organizados que el resto. Lo interesante de toda esta situación es que las movilizaciones sociales no contaron con líderes políticos y/o ideólogos, lo que puede facilitar el éxito posterior de las tendencias islamistas moderadas. Es interesante notar que la capacidad de atracción que ofrecen los partidos islámicos de corte moderado no se centra únicamente en  las creencias religiosas, sino en su acción social y humanitaria. Hasta hoy, estos partidos ayudaban a los excluidos de los sistemas dictatoriales y han suplido al Estado en aquellos ámbitos de los que se había hecho dejación, como por ejemplo, la sanidad, la educación o la vivienda. De esta manera, los partidos islámicos han estado cerca del pueblo, ofreciendo las soluciones reales a problemas que  los sistemas de corte occidental no han sabido solventar. 

No debemos pensar que el Islam político es algo deleznable y contrario a la democracia. Igual que en Europa existen democracias cristianas, el Islam político puede ser una solución tan respetable como cualquier otra, siempre que los pueblos árabes lo hayan elegido libremente. Es cierto que existen muchas formas de gobierno dentro de esta corriente de “Islam político”. Lo ideal, sin embargo, sería seguir el ejemplo del pardito turco Justicia y Desarrollo, de inspiración islámica, que ha mostrado que sabe conciliar el islam y las libertades democráticas. Hay que ser optimistas puesto que todos los partidos que están ganando las elecciones en los países árabes (Marruecos, Túnez o Egipto) se inspiran en este islamismo turco.  A pesar de todas las dificultades que se han presentado durante estas revoluciones, y de todas las que se puedan presentar en el futuro, la realidad es que las manifestaciones y revueltas se han extendido, con mayor o menor intensidad, a todo el mundo árabe. Esto ha provocado que todos los regímenes árabes hayan iniciado reformas y procesos de apertura política y democratización a diferentes niveles, evitando así un mayor levantamiento social.

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