LA PAZ Y
LA MEMORIA
por Alejandro Martínez
Sinopsis:
Pensar nuestro pasado con
voluntad cívica nos dispone a adoptar una actitud más justa a la
hora de integrar el recuerdo en la vida política. Esta es una obra
sobre el concepto de historia y sobre lo que significa, en nuestras
sociedades, relacionarse con el pasado y los problemas que nos
encontramos al encarar las relaciones entre memoria y política,
entre la paz y la gestión del recuerdo. “No se trata de olvidar la
muerte, en ningún caso es preciso callar su memoria, pero en algún
momento después del drama se hace preciso emprender un complicado
ejercicio moral en el que la mirada del odio puede transmutarse en la
mirada del entendimiento. La memoria no puede atorar los caminos de
la ciudadanía. Al contrario: nos ofrece las claves para extenderlos
bajo el imperativo de la verdad y la exigencia de la justicia. Es
posible amar después de la muerte, pero no a cualquier precio.
Adjuntamos el índice del libro |
Sobre el autor a
grandes rasgos
Alejandro Martínez,
miembro de la Fundación SIP, no es una promesa, es una realidad
porque ya ha realizado importantes trabajos de investigación: ha
sido becario en el instituto de filosofia del CSIC de Madrid y en el
Departamento de Filosofia de la Universidad de Zaragoza; y ha
participado en numerosas ponencias y conferencias. Por si no fuera
suficiente, ha realizado publicaciones en revistas, libros
colectivos, etc. Actualmente, es becario FPU en el Departamento de
Filosofía de la Universidad de Zaragoza mientras prepara su tesis
doctoral sobre la temporalidad y la política en Walter Benjamin.
Alejandro Martínez durante la presentación de su libro. |
"El historiador
contemporáneo que atiende a los imperativos de la memoria incorpora
a su profesión una exigencia de justicia."
La presentación de este
libro no puede ser más oportuna, y más útil, hoy que existe tanta
polémica en cuanto a la memoria histórica.Este libro tiene como
base una investigación realizada por el autor con el apoyo de la
Fundación SIP (Seminario de Investigación para la Paz) de Zaragoza,
en el marco de su convenio con las Cortes de Aragón.
Alejandro, pese a su
humildad en el prólogo, presenta un trabajo complejo, reflexionado y
que obliga a reflexionar, un verdadero ensayo sobre la memoria, la
historia y la paz. Existen tres conceptos que llaman especialmente la
atención. El primero es la relación entre pasado e historia, y para
definirlo Alejandro usa el término de Jenkins: "el pasado es a
la historia, como el paisaje a la geografía". El segundo trata
el concepto de memoria compartida, y ya no memoria colectiva o
memorias colectivas. Esto es así porque en una memoria hay diversos
tipos de interpretaciones que responden a diferentes memorias según
los actores que han vivido los hechos. Un pueblo sin memoria es un
pueblo con Alzheimer, ya que como dice Borges "nosotros somos
nuestra memoria, ese quimérico museo de formas inconstantes, ese
montón de espejos rotos".
La memoria no es una
moda, ha existido siempre. En el libro, la investigación
historiográfica de Alejandro comenta como el imperio romano se
convierte en un gran artista a la hora de utilizar la memoria y el
olvido. Los romanos la usaban para crear cohesion, identidad y
sentimiento de comunidad romana. El olvido se exponía como castigo
(también ocurrió en tiempos de Stalin con la famosa foto de la cual
se borró a Trotsky, después de ser asesinado). Sin embargo, es
extremadamente díficil borrar la memoria, siempre permanece, en
silencio o silenciada. Pero no nos equivoquemos, no solo los
regímenes totalitarios manipulan la historia, sino también ciertos
nacionalistas excluyentes, que nacieron a finales del siglo XIX y
permanecen en la actualidad. Solo la democracia garantiza la
pluralidad en la sociedad y en la historia, puesto que en una
sociedad libre no puede existir una historia oficial ni versiones
oficiales del pasado.
Presentación de libro con Alejandro Martínez, Carmen Magallón y Julia Remón |
Intervención del
autor
El día de la
presentación del libro coincidió curiosa e involuntariamente con
dos aniversarios: la noche de los cristales rotos y la caída del
muro de Berlín. Ello es una prueba evidente de hasta que punto el
pasado está en nuestra vida contemporánea. Al abrir el periódico y
ver los títulares de estos dos aniversarios, se crea una disyuntiva,
puesto que no todos miramos al pasado con la misma ideología, de la
misma manera, con los mismos sentimientos. Por ello, es un asunto que
debemos aprender a gestionar. Debemos encontrarnos en un pasado
común, en un mínimo común denominador. Para ello, debemos afianzar
la idea de que cuando "trabajamos con el pasado, estamos
realizando un trabajo moral". Cuando un historiador analiza el
pasado, lo hace siempre desde un punto de vista; y eso debe hacerlo
constar en su obra. Esa moral con el que el historiador analiza el
pasado es una oportunidad de entender que todos miramos parcialmente
la realidad y que siempre nos falta el otro punto de vista. Este
libro pretende transmitir esta concepción dialectal con la que
trabajar con el pasado y la memoria.
En definitiva, el libro
no tiene tanto que ver con la memoria o el pasado, sino que ésta es
la excusa para fundamentar un proyecto de vida en común, en una
situación en la que no podemos renunciar a algo que no depende de
nosotros, sino que es un imperativo de la realidad: las sociedades
son heterogéneas. Consecuentemente, no podemos plantear el pasado de
esas sociedad de una manera única, unívoca o unidireccional.
Podemos compartir una memoria, pero que una misma sociedad posea una
misma memoria es insostenible. Debemos construir relatos, narrativas
con los mínimos denominadores comunes sobre los que crear memorias
compartidas y ser conscientes de esta realidad dialectal.
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